X.- Despedida
10 DEPARTURE
Andrés, que hasta entonces había tenido simpatía entre la gente pobre, vio que la
simpatía se trocaba en hostilidad. En la primavera decidió marcharse y presentar la dimisión de su cargo.
Un día de mayo fue el fijado para la marcha; se despidió de don Blas Carreño y del juez y tuvo un violento altercado con Sánchez, quien, a pesar de ver que el enemigo se le iba, fue bastante torpe para recriminarle con acritud. Andrés le contestó rudamente y dijo a su compañero unas cuantas verdades un poco explosivas.
Por la tarde, Andrés preparó su equipaje y luego salió a pasear. Hacía un día tempestuoso con vagos relámpagos, que brillaban entre dos nubes. Al anochecer comenzó a llover y Andrés volvió a su casa. Aquella tarde Pepinito, su hija y la abuela habían ido al Maillo, un pequeño
balneario próximo a Alcolea. Andrés acabó de preparar su equipaje. A la hora de cenar entró la patrona en su cuarto.
ANDRES perceived that the poor people, who had
hitherto been friendly, were becoming hostile; and
in the Spring he decided to resign his appointment and
leave the town.
A day in May was fixed for his departure; he said
good-bye to Don Blas Carreno and to the judge, and had
a violent dispute with Sanchez who, despite the fact that
the enemy was put to flight, was base enough to follow
up his victory with recriminations. Andres roughly answered
his colleague, with some rather explosive truths.
In the afternoon he packed up and then went for a
walk. It was a stormy day, with lightning playing among
the clouds. At nightfall it began to rain, and he went
home.
That afternoon Pepinito, his daughter, and mother-inlaw
had gone to Maillo, a small watering-place near Alcolea.
Andres put the last touches to his packing. At the
supper hour his landlady came into his room.
—¿Se va usted de verdad mañana, don Andrés?
—Sí.
—Estamos solos; cuando usted quiera cenaremos.
—Voy a terminar en un momento.
—Me da pena verle a usted marchar. Ya le teníamos a usted como de la familia.
—¡Qué se le va a hacer! Ya no me quieren en el pueblo.
—No lo dirá usted por nosotros.
—No, no lo digo por ustedes. Es decir, no lo digo por usted. Si siento dejar el
pueblo, es más que nada por usted.
—¡Bah! Don Andrés.
—Créalo usted o no lo crea, tengo una gran opinión de usted. Me parece usted una mujer muy buena, muy inteligente...
—¡Por Dios, don Andrés, que me va usted a confundir! —dijo ella riendo.
—Confúndase usted todo lo que quiera, Dorotea. Eso no quita para que sea verdad. Lo malo que tiene usted...
—Vamos a ver lo malo... —replicó ella con seriedad fingida.
—Lo malo que tiene usted —siguió diciendo Andrés— es que está usted casada con un hombre que es un idiota, un imbécil petulante, que le hace sufrir a usted, y a quien yo como usted le engañaría con cualquiera.
—¡Jesús! ¡Dios mío! ¡Qué cosas me está usted diciendo!
—Son las verdades de la despedida... Realmente yo he sido un imbécil en no
haberle hecho a usted el amor.
—¿Ahora se acuerda usted de eso, don Andrés?
—Sí, ahora me acuerdo. No crea usted que no lo he pensado otras veces; pero me ha faltado decisión. Hoy estamos solos en toda la casa. ¿No?
—Sí, estamos solos. Adiós, don Andrés; me voy.
—No se vaya usted, tengo que hablarle.
Dorotea, sorprendida del tono de mando de Andrés, se quedó.
—¿Qué me quiere usted? —dijo.
—Quédese usted aquí conmigo.
—Pero yo soy una mujer honrada, don Andrés —replicó Dorotea con voz ahogada.
—Ya lo sé, una mujer honrada y buena, casada con un idiota. Estamos solos, nadie
habría de saber que usted había sido mía. Esta noche para usted y para mí sería una
noche excepcional, extraña...
—Sí, ¿y el remordimiento?
—¿Remordimiento?
"Are you really going tomorrow, Don Andres?"
"Yes."
"We are alone, and when you are ready we can have
supper."
"I shall be ready in an instant."
"I am sorry you are going. You have become one of
the family."
"There is no help for it. I am not liked in the town."
"You will not include us, at least."
"No, I do not mean you. I mean you yourself. You are
my only regret in leaving."
"Nonsense, Don Andres."
"Believe it or not, I have a great regard for you; I
consider you a very agreeable woman, very clever--"
"Stop, Don Andres, you will make me blush," she
said laughing.
"Blush away, Dorotea, but it is true. The worst about
you--"
"Ah! Let us hear the worst," she said with assumed
seriousness.
"The worst thing about you," Andres went on, "is that
you are married to a man who is an idiot, a presumptuous
fool, who makes you suffer; if I were you I would
betray him at the first opportunity."
"Heavens! What things you say!"
"They are parting truths. Really I have been a fool
not to make love to you."
"You think of that now, Don Andres?"
"Yes, I think of it now. You must not think that it
has not occurred to me several times, but I have lacked
decision. Today we are alone in the house, I think?"
"Yes, we are alone. Good-bye, Don Andres, I must be
going."
"Do not go; I have something to say to you."
Dorotea, surprised at his tone of command, remained
in the room.
"What is it you want?" she asked.
"I want you to stay here with me."
"But I am an honest woman, Don Andres," replied
Dorotea in a stifled voice.
"I know you are, an honest woman and a good woman,
married to an idiot. We are alone, and nobody will
know. Tonight for you and me would be a strange night,
extravagant--"
"Yes, and what about remorse?"
"Remorse?"
Andrés, con lucidez, comprendió que no debía discutir este punto.
—Hace un momento no creía que le iba a usted a decir esto. ¿Por qué se lo digo?
No sé. Mi corazón palpita ahora como un martillo de fragua.
Andrés se tuvo que apoyar en el hierro de la cama, pálido y tembloroso.
—¿Se pone usted malo? —murmuró con voz ronca.
—No; no es nada.
Ella estaba también turbada, palpitante. Andrés apagó la luz y se acercó a ella.
Dorotea no resistió. Andrés estaba en aquel momento en plena inconsciencia...
Al amanecer comenzó a brillar la luz del día por entre las rendijas de las maderas.
Dorotea se incorporó. Andrés quiso retenerla entre sus brazos.
—No, no —murmuró ella con espanto, y levantándose rápidamente huyó del cuarto. Andrés se sentó en la cama atónito, asombrado de sí mismo. Se encontraba en un estado de irresolución completa; sentía en la espalda como si
tuviera una plancha que le sujetara los nervios y tenía temor de tocar con los pies el suelo. Sentado, abatido, estuvo con la frente apoyada en las manos, hasta que oyó el ruido del coche que venía a buscarle. Se levantó, se vistió y abrió la puerta antes que llamaran, por miedo al pensar en el ruido de la aldaba; un mozo entró en el cuarto y cargó con el baúl y la maleta y los llevó al coche. Andrés se puso el gabán y subió a la diligencia, que comenzó a marchar por la carretera polvorienta.
Andres perceived clearly that he must
not discuss this point.
"A minute ago I had no idea that I was going to
speak to you in this way. Why do I do so? I cannot say.
My heart is beating like a forge hammer." He leaned,
pale and trembling, against the iron bedstead.
"Are you ill?" whispered Dorotea hoarsely.
"No, it's nothing."
She also was confused and trembling. Andres blew out
the light and approached her. She made no resistance.
He scarcely knew what he was doing.
Next morning when the first light shone through the
cracks in the shutters, Dorotea rose. Andres would have
held her in his arms.
"No, no," she murmured in dismay, and got up quickly
and ran out of the room.
Andres sat up in the bed, amazed and astonished at
himself.
He was in a state of complete indecision; he felt as if
something were holding down the nerves in his back
and was afraid to put his feet on the ground.
Sitting there, depressed, his forehead re~ting in his
hand~ he heard the coach arrive to fetch him. He got
up, dressed, and opened the door before they knocked;
the very thought of the sound of knocking upset him. A
man came in and took his trunk and portmanteau. Andres
put on his overcoat, and got into the diligenci.a,
which set out along the dusty road.
—¡Qué absurdo! ¡Qué absurdo es todo esto! —exclamó luego—. Y se refería a su
vida y a esta última noche tan inesperada, tan aniquiladora. En el tren su estado nervioso empeoró. Se sentía aniquiladora, mareado. Al llegar a Aranjuez se decidió a bajar del tren. Los tres días que pasó aquí tranquilizaron y calmaron sus nervios.
"How absurd! How absurd it all is," he presently exclaimed,
thinking of his life and that last so unexpected
and overwhelming night.
In the train the state of his nerves became worse. He
felt sick and dizzy. At Aranjuez he decided to get off the
train. The three days that he spent there calmed and
quieted his nerves