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II.- Una cachupinada
2 AN ENTERTAINMENT

Antes de Carnaval, Julio Aracil le dijo a Hurtado:
—¿Sabes? Vamos a tener baile en casa de las Minglanillas.
—¡Hombre! ¿Cuándo va a ser eso?
—El domingo de Carnaval. El petróleo para la luz y las pastas, el alquiler del piano y el pianista se pagarán entre todos. De manera que si tú quieres ser de la cuadrilla, ya estás apoquinando.

—Bueno. No hay inconveniente. ¿Cuánto hay que pagar?
—Ya te lo diré uno de estos días.
—¿Quiénes van a ir?
—Pues irán algunas muchachas de la vecindad con sus novios, Casares, ese periodista amigo mío, un sainetero y otros. Estará bien. Habrá chicas guapas.

ONE day before Carnival Aracil said to Hurtado:
"Have you heard that we are going to have a dance
at the Minglanillas'?"
"Oh! When?"
"The Sunday of Carnival. The paraffin for the lamp,
the cakes, the hire of the piano and of the pianist are to
be by subscription, so that if you wish to come you must
contribute your mite."
"Good, I don't mind. How much do you give?"
"I will tell you one day soon."
"Who are going?"
"Some of the neighbours, girls with their fiances; Casares,
that journalist friend of mine; a writer of farces;
and some others. It will be pleasant enough; there will
be pretty girls."


El domingo de Carnaval, después de salir de guardia del hospital, fue Hurtado al
baile. Eran ya las once de la noche. El sereno le abrió la puerta. La casa de doña
Leonarda rebosaba gente; la había hasta en la escalera. Al entrar Andrés se encontró a Julio en un grupo de jóvenes a quienes no conocía. Julio le presentó a un sainetero, un hombre estúpido y fúnebre, que a las primeras palabras, para demostrar sin duda su profesión, dijo unos cuantos chistes, a cual más conocidos y vulgares.
También le presentó a Antoñito Casares, empleado y periodista, hombre de gran partido entre las mujeres.
Antoñito era un andaluz con una moral de chulo; se figuraba que dejar pasar a una mujer sin sacarle algo era una gran torpeza. Para Casares toda mujer le debía, sólo por el hecho de serlo, una contribución, una gabela. Antoñito clasificaba a las mujeres en dos clases: unas las pobres, para divertirse, y otras las ricas, para casarse con alguna de ellas por su dinero, a ser posible. Antoñito buscaba la mujer rica con una constancia de anglosajón. Como tenía buen aspecto y vestía bien, al principio las muchachas a quien se dirigía le acogían como a un pretendiente aceptable.
On Carnival Sunday, after being on duty in the hospital,
Andres went to the dance. It was eleven o'clock.
The night watchman opened the door. Dona Leonarda's
house was crowded with people; they even overflowed
onto the stairs.
Andres as he entered saw Julio with a group of young
men he did not know. Julio introduced him to the writer
of farces, a stupid, funereal man who, no doubt to show
his profession, at once began to niake jokes, each of
them older and sillier than the last. He also introduced
him to Antonito Casares, public official and journalist,
who had a great reputation among the women.
Antonito was an Andalusian with a ruffian's morals; he
considered it the height of stupidity to allow any woman
to escape without getting something out of her. In his
eyes every woman, by the mere fact of being a woman,
owed him a tax and contribution.
He divided women into two kinds: the poor to play
around with, the rich to marry for their money, if possible.
Antonito searched for a rich woman, with AngloSaxon
determination. As he was not ill-looking and
dressed well, the girls at first accepted him as a desirable
suitor.

El audaz trataba de ganar terreno; hablaba a las criadas, mandaba cartas, paseaba la calle. A esto llamaba él “trabajar” a una mujer.
La muchacha, mientras consideraba al galanteador como un buen partido, no le
rechazaba; pero cuando se enteraba de que era un empleadillo humilde, un periodista desconocido y gorrón, ya no le volvía a mirar a la cara. Julio Aracil sentía un gran entusiasmo por Casares, a quien consideraba como un compadre digno de él. Los dos pensaban ayudarse mutuamente para subir en la vida.
Cuando comenzaron a tocar el piano todos los muchachos se lanzaron en busca de pareja
.
—¿Tú sabes bailar? —le preguntó Aracil a Hurtado.
—Yo no.
—Pues mira, vete al lado de Lulú, que tampoco quiere bailar, y trátala con consideración.
—¿Por qué me dices esto?
—Porque hace un momento —añadió Julio con ironía— doña Leonarda me ha
dicho: A mis hijas hay que tratarlas como si fueran vírgenes, Julito, como si fueran vírgenes. Y Julio Aracil sonrió, remedando a la madre de Niní, con su sonrisa de hombre mal intencionado y canalla. Andrés fue abriéndose paso.
Había varios quinqués de petróleo iluminando la sala y el gabinete.
He on his part boldly tried to gain ground,
spoke to the servants, sent letters, and walked past the
house. This he called working a woman. The girl, so
long as she thought him a desirable suitor, did not reject
these advances; but when she found that he was
only a humble official and an unknown free-lance journalist
she would have nothing more to say to him.
Julio Aracil had an enthusiastic admiration for Casares;
he considered him a worthy associate and the two
were determined to help each other to get on in life.
When the pianist began to play, all the young men
set off in search of partners.
"Can you dance?" Aracil asked Hurtado.
"No."
"Well, go and sit by Lulu, for she likewise refuses to
dance, and treat her with every consideration."
"Why do you say that?"
"Because," added Julio ironically, "a moment ago
Dona Leonarda said: 'My daughters, Julito, must be
treated as if they were virgins.' "
And Julio Aracil smiled, as he imitated Nini's mother,
a ribald, heartless smile.
Andres made his way through the throng. The drawingroom
and the room next to it were lit by several paraffin
lamps.

En el comedorcito, la mesa ofrecía a los concurrentes bandejas con dulces y pastas y botellas de vino blanco. Entre las muchachas que más sensación producían en el baile había una rubia, muy guapa, muy vistosa. Esta rubia tenía su historia. Un señor rico que la rondaba se la llevó a un hotel de la Prosperidad, y días después la rubia se escapó del hotel, huyendo del raptor, que al parecer era un sátiro.
Toda la familia de la muchacha tenía cierto estigma de anormalidad. El padre, un venerable anciano por su aspecto, había tenido un proceso por violar a una niña, y un hermano de la rubia, después de disparar dos tiros a su mujer, intentó suicidarse.

 

A esta rubia guapa, que se llamaba Estrella, la distinguían casi todas las vecinas con un odio furioso. Al parecer, por lo que dijeron, exhibía en el balcón, para que rabiaran las muchachas de la vecindad, medias negras caladas, camisas de seda llenas de lacitos y otra porción de prendas interiores lujosas y espléndidas que no podían proceder más que de un comercio poco honorable.

In the small dining-room there were trays on
the table with sweets and cakes and bottles of white
wine for the guests. Of all the girls at the dance the
one who excited most notice was a blonde of imposing
beauty. She had a history. A rich gentleman who was
paying his court to her had carried her off to the Hotel
de la Prosperidad and some days later she had escaped
from him as from a satyr.
Her whole family was abnormal in one way or another.
Her father, a venerable old man in appearance, had been
tried for seducing a girl, and her brother after firing
two shots at his wife, had attempted to commit suicide.
This pretty blonde, whose name was Estrella, was
hated exceedingly by all the women of the neighbourhood.
Her crime apparently was that in order to excite the
envy of her neighbours, she displayed on her balcony
black openwork stockings and silk beribboned chemises
and other magnificent and luxurious articles of clothing
which could not have been acquired by honourable
means.

Doña Leonarda no quería que sus hijas se trataran con aquella muchacha; según decía, ella no podía sancionar amistades de cierto género. La hermana de la Estrella, Elvira, de doce o trece años, era muy bonita, muy descocada, y seguía, sin duda, las huellas de la mayor.

—¡Esta “peque” de la vecindad es más sinvergüenza! —dijo una vieja detrás de
Andrés, señalando a la Elvira.
La Estrella bailaba como hubiese podido hacerlo la diosa Venus, y al moverse, sus caderas y su pecho abultado se destacaban de una manera un poco insultante.
Casares, al verla pasar, la decía:
—¡Vaya usted con Dios, guerrera!
Andrés avanzó en el cuarto hasta sentarse cerca de Lulú.
—Muy tarde ha venido usted —le dijo ella.
—Sí, he estado de media guardia en el hospital.
—¿Qué, no va usted a bailar?
—Yo no sé.
—¿No?
—No. ¿Y usted?
—Yo no tengo ganas. Me mareo.
Casares se acercó a Lulú a invitarle a bailar.
—Oiga usted, negra —la dijo.
—¿Qué quiere usted, blanco? —le preguntó ella con descaro.
—¿No quiere usted darse unas vueltecitas conmigo?
—No, señor.
—¿Y por qué?
—Porque no me sale... de adentro —contestó ella de una manera achulada.
—Tiene usted mala sangre, negra —le dijo Casares.
—Sí, que usted la debe tener buena, blanco —replicó ella.
—¿Por qué no ha querido usted bailar con él? —le preguntó Andrés.
—Porque es un boceras; un tío antipático, que cree que todas las mujeres están enamoradas de él. ¡Que se vaya a paseo!

Dofia Leonarda was unwilling that her daughters
should associate with this girl; she could not countenance
certain friendships, she said.
Estrella's sister, Elvira, twelve or thirteen years old,
was very pretty, very impertinent and no doubt trod in
her elder sister's footsteps.
"A shameless girl indeed," said an old woman behind
Andres, pointing to Elvira.
Estrella danced like the goddess Venus, and as she
moved, her thighs and well-developed breast becameú almost
insolently prominent.
Casares, seeing her pass, said:
"God be with you, fair Amazon."
Andres made his way to Lulu and sat down by her.
"You have come very late," she said.
"Yes, I was on night duty."
"Aren't you going to dance?"
"I don't know how to."
"You don't?"
84 THE TREE OF KNOWLEDGE
"No. And you?"
"I don't want to. It makes me giddy."
Casares came up to Lulu and asked her to dance.
"Listen, my black beauty," he said.
"What is it, my white beauty?" she asked brazenly.
"Will you come and take a turn with me?"
"No, I will not, sir."
"Why?"
"Because it doesn't suit my constitution," she answered
with a rascally air.
"You are ill-tempered, my dark one," said Casares.
"And you all the reverse, of course," she retorted.
"Why did you refuse to dance with him?" Andres
asked her.
"Because he is an idiot-a repulsive fool who thinks
that all women are in love with him. He may go and hang
himself."


Siguió el baile con animación creciente y Andrés permaneció sin hablar al lado de Lulú.
—Me hace usted mucha gracia —dijo ella de pronto, riéndose, con una risa que le
daba la expresión de una alimaña.
—¿Por qué? —preguntó Andrés, enrojeciendo súbitamente.
—¿No le ha dicho a usted Julio que se entienda conmigo? ¿Sí, verdad?
—No, no me ha dicho nada.
—Sí, diga usted que sí. Ahora, que usted es demasiado delicado para confesarlo. A
él le parece eso muy natural. Se tiene una novia pobre, una señorita cursi como nosotras para entretenerse, y después se busca una mujer que tenga algún dinero para casarse.
—No creo que ésa sea su intención.
—¿Que no? ¡Ya lo creo! ¿Usted se figura que no va a abandonar a Niní? En seguida
que acabe la carrera. Yo le conozco mucho a Julio. Es un egoísta y un canallita. Está engañando a mi madre y a mi hermana... y total, ¿para qué?

—No sé lo que hará Julio..., yo sé que no lo haría.

—Usted no, porque usted es de otra manera... Además, en usted no hay caso, porque no se va a enamorar usted de mí ni aun para divertirse.
—¿Por qué no?
—Porque no.

The dance continued with increasing animation, and
Andres remained seated at Lulu's side without speaking.
"You amuse me very much," she said suddenly, laughing
with an almost animal expression.
"Why?" asked Andres flushing quickly.
"Did not Julio tell you to come to an understanding
with me? He did, didn't he?"
"No, he said nothing about it."
"Oh, hut confess that he did. Only you are too fastidious
to admit it. To him it seems only natural. First
AN ENTERTAINMENT 85
a poor girl, some penniless young lady such as we
are, to amuse oneself with; then a woman with money
to marry."
"I do not think that is his intention."
"But of course it is. Do you imagine he 'is not going to
desert Nini? He will do so as soon as he takes his degree.
I know Julio well. He is a selfish scoundrel. He
is deceiving my mother and my sister for no good reason."
"I don't know how Julio will act. I know that I would
not act like that."
"Because you are different. Besides there is no question
of it, as you are not going to fall in love with me,
even as an amusement."
"Why not?"
"Because you are not."


Ella comprendía que no gustara a los hombres. A ella misma le gustaban más las chicas, y no es que tuviera instintos viciosos; pero la verdad era que no le hacían impresión los hombres.
Sin duda, el velo que la naturaleza y el pudor han puesto sobre todos los motivos de la vida sexual, se había desgarrado demasiado pronto para ella; sin duda supo lo que eran la mujer y el hombre en una época en que su instinto nada le decía, y esto le había producido una mezcla de indiferencia y de repulsión por todas las cosas del amor.
Andrés pensó que esta repulsión provenía más que nada de la miseria orgánica, de la falta de alimentación y de aire.
Lulú le confesó que estaba deseando morirse, de verdad, sin romanticismo alguno; creía que nunca llegaría a vivir bien. La conversación les hizo muy amigos a Andrés y a Lulú.
A las doce y media hubo que terminar el baile. Era condición indispensable, fijada
por doña Leonarda; las muchachas tenían que trabajar al día siguiente, y por más que todo el mundo pidió que se continuara, doña Leonarda fue inflexible y para la una estaba ya despejada la casa.
She realized that men did not care for her. She herself
liked girls better; not that she had perverted instincts,
but the truth was that men made little impression on
her.
No doubt the veil which Nature and modesty alike
draw over all the motives of sexual life had been too
soon torn asunder for her; no doubt she had learnt the
truth about men and women at a time when instinct
scarcely existed for her, and this had caused in her a
mixture of indifference and actual repugnance for everything
connected with love.
Andres suspected that this repugnance was due more
than to anything else to an organic poverty, to lack of
food and air.
Lulu confessed to him that she had no desire to live,
and not from any romantic motive: she simply believed
that she would never be able to have a pleasant life.
Conversing in this way, Andres and Lulu became close
friends.
At half past twelve the dance came to an end; this was
an indispensable condition made by Dofia Leonarda; the
girls had to work next day, and although everyone
begged that the dance should go on, she remained inflexible
and by one o'clock the house was empty






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